miércoles, 29 de agosto de 2012

Porque está ahí... y por algo más



El pasado fin de semana tocaba salida con mi grupo de senderismo y bici de montaña. El grupo se llama "Bota y Pedal", en un juego de palabras alusivas a la bota (de andar), al pedal (de la bici), a la bota de vino, (que casi todos tenemos) y al pedal (consecuencia lógica de la bota de vino).
Pero esta vez la excursión tenía también un componente sentimental. Subimos a Peñacorada, monte cercano a Cistierna, en la montaña oriental leonesa, al que solía subir el padre de uno de los fundadores del grupo.
Este hombre, que estuvo subiendo este monte hasta muy poco tiempo antes de su fallecimiento, tenía una curiosa costumbre: dejaba enterrada en una oquedad de la cima una botella de vino, que él o sus amigos que conocían la costumbre, bebían cada vez que subían dejando en su lugar una nueva botella llena.
Durante la pasada primavera sus hijos, Roberto e Irene, acompañados de su cónyuges, cumplieron con la dolorosa misión de subir a un monte cubierto todavía por la nieve, para esparcir en la cima las cenizas de su padre. Por desgracia el espesor de la nieve les impidio llevar a cabo el ritual del beber y sustituir la botella de vino.
Por eso un buen número de "botapedaleros" les acompañamos para completar la tarea inconclusa, y en la cima de Peñacorada, y ante las cenizas todavía visibles del abuelo Mario, brindamos en su memoria con el vino que él había dejado en su última excursión, reemplazándola por un buen reserva denominación de origen "La Mancha", que tuve el honor de aportar y subir hasta la cumbre.
Vaya también esta entrada del blog en memoria del abuelo Mario, "El Marqués de Redimora", un hombre bueno.

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