En tu puerto atraqué y de repente
era uno más entre tanto paisano,
de beso en beso y de mano en mano,
reencontrado de nuevo con tu gente.
Hoy volveré a vivir, intensamente,
la fiesta que me acerca a mis hermanos,
haciendo arder, como viento solano,
el alma de mi pueblo efervescente.
¿Que queda aquí del viejo bucanero,
añorante de soles y de sales
y del blanco velamen del velero?
Tan sólo el flamear de los percales,
bailando al son de un viento marinero,
alivia su nostalgia de mistrales.
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A Graci, a Emilio, a Manolo "Matapollos" y a Guada, que nos acompañaron en nuestras fiestas.