El pasado fin de semana nos desplazamos a tierras gallegas, para asistir a la boda de mi sobrino Dioni, quien merced a esto de las nuevas tecnologías, se casaba con una encantadora galleguiña, con la que había comenzado a relacionarse a través de Internet desde su pueblo natal de Bailén.
El viaje pintaba bien, pues dada la lejanía del lugar y lo extenso de nuestra familia, contratamos un autobús que fue recogiéndonos en ruta, para reunir a un total de 27 personas entre hermanos, cuñadas, sobrinos, parejas de éstos... En fin, una buena tropa, con la que compartimos comidas en ruta, recuerdos, chistes y bromas.
Aunque algo cansados por los muchos kilómetros, el sábado nos trajo dos lugares para resarcirnos: La ermita de Santa Eulalia en Dumbría, donde se celebró el enlace, y el Hostal-Restaurante Playa de Estorde, donde se llevó a cabo el banquete.
Si la ermita y el entorno donde se encuentra es digno de admiración por su belleza, no os quiero contar lo que significa atacar un buen bogavante o un plato de cigalas, mientras por los ventanales abiertos del salón se cuela la agradable brisa de este rincón de la Costa da Morte.
Las vistas eran sencillamente espectaculares, y contemplar a mi gente asombrarse desde el mirador por la rapidez y la profundidad de la bajamar, mientras el que escribe hablaba de temas marineros con un amigo, experto percebeiro, antiguo marino mercante y que además cumplió su servicio militar a bordo de un barco en el que, años después, pase yo un periodo de mi vida, hizo que mis "pilas marinas" se recargaran para una buena temporada.
¡Gracias sobrino, acertásteis en todo!
El viaje pintaba bien, pues dada la lejanía del lugar y lo extenso de nuestra familia, contratamos un autobús que fue recogiéndonos en ruta, para reunir a un total de 27 personas entre hermanos, cuñadas, sobrinos, parejas de éstos... En fin, una buena tropa, con la que compartimos comidas en ruta, recuerdos, chistes y bromas.
Aunque algo cansados por los muchos kilómetros, el sábado nos trajo dos lugares para resarcirnos: La ermita de Santa Eulalia en Dumbría, donde se celebró el enlace, y el Hostal-Restaurante Playa de Estorde, donde se llevó a cabo el banquete.
Si la ermita y el entorno donde se encuentra es digno de admiración por su belleza, no os quiero contar lo que significa atacar un buen bogavante o un plato de cigalas, mientras por los ventanales abiertos del salón se cuela la agradable brisa de este rincón de la Costa da Morte.
Las vistas eran sencillamente espectaculares, y contemplar a mi gente asombrarse desde el mirador por la rapidez y la profundidad de la bajamar, mientras el que escribe hablaba de temas marineros con un amigo, experto percebeiro, antiguo marino mercante y que además cumplió su servicio militar a bordo de un barco en el que, años después, pase yo un periodo de mi vida, hizo que mis "pilas marinas" se recargaran para una buena temporada.
¡Gracias sobrino, acertásteis en todo!
Hola Marce, ¡Bienvenido!
ResponderEliminarSegún creo hay un refrán que dice: de una boda salen siete.
Igual, Pili y tú, tenéis que andar de boda en boda. Y entre tanta boda y el palacete de Mestanza... Una buena cartera necesitas.
Ya te digo. Y lo peor es que te cuesta como un palacete, pero no lo es.
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